La integración sensorial, como proceso neurológico, es la capacidad que tiene el cerebro para organizarse ante los estímulos externos e internos que recibimos a través de los diversos órganos sensoriales del cuerpo. Dichas informaciones, recibidas por el cerebro, son analizadas y utilizadas para permitirnos entrar en contacto con nuestro ambiente y responder adecuadamente.
Este proceso consta de varias fases:
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Detección: el SNC capta la información sensorial que nos llega desde el exterior y desde nuestro propio cuerpo.
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Modulación: es la fase en la que el SNC tiene que interpretar la “cantidad” de estímulo que nos está llegando, para poder decidir si es relevante (y por lo tanto requiere respuesta) y hasta qué punto.
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Discriminación: la fase en la que se diferencia el estímulo en cuestión del resto de estímulos que existen y analiza sus cualidades para poder dar paso a la última fase.
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Respuesta: el cerebro se encarga de responder al estímulo y además dar la orden de ejecución a la parte del cuerpo necesaria.
La Teoría de la Integración Sensorial
La teoría de la Integración Sensorial fue creada por la doctora Jean Ayres, terapeuta ocupacional estadounidense en los años 60. Ayres desarrolló su teoría de integración sensorial con el objetivo de describir, explicar y predecir las relaciones específicas entre el funcionamiento neurológico, el comportamiento sensori-motor, la conducta y el aprendizaje académico.
Se trata, más que de una técnica específica, de un enfoque terapéutico. Jean Ayres estableció unos criterios muy rigurosos para la administración y el análisis de sus evaluaciones. Por ello además de ser terapeuta ocupacional, se necesita una formación específica para poder evaluar y tratar disfunciones de la integración sensorial.
La Teoría de la integración sensorial es una respuesta científica a múltiples y muy diversos problemas infantiles de aprendizaje, comportamiento, desarrollo y descoordinación motriz, tales como la hiperactividad, dificultades de aprendizaje, las disfunciones relacionadas con el autismo o las dificultades en el proceso de alimentación, entre otras.
El proceso de la integración sensorial
Ayres define la disfunción de integración sensorial como un mal funcionamiento de la organización de la información dentro del S.N.C., el cual no consigue organizar los impulsos sensoriales para poder darle al individuo una información adecuada y precisa sobre él mismo y su ambiente.
Muchos niños normotípicos, incluso con niveles de inteligencia superiores a la media, no consiguen procesar bien la información que llega a su cerebro y son víctimas de esa desorganización. Esto les lleva a tener reacciones emotivas desproporcionadas, tolerar mal los cambios de su rutina diaria, presentar dificultades para mantener la atención, comprender los que se les explica, buscar movimiento de forma continuada, presentar graves dificultades con la lecto-escritura, parecer vagos, desafiantes, entre otras situaciones.
Por supuesto, no todos los problemas de aprendizaje y de comportamiento en los niños se deben a una mala integración sensorial. Pero los expertos (Carte y otros, 1984. Developmental and Behavioral Pediatrics, 5 (4), pp.189-194) consideran que un 70 por ciento de dichos problemas son causados, en modo más o menos directo, por disfunciones en la integración sensorial.
El terapeuta ocupacional guía y facilita la entrada de las experiencias sensoriales con el fin de hacer que el niño mejore en la participación de las actividades de su vida diaria y en su capacidad de desempeño
Existen multitud de actividades que ayudan al niño con sus habilidades para responder apropiadamente a la entrada sensorial y llevar a cabo una respuesta organizada y exitosa.